La Inquisición y la Reforma en España
El Tribunal del Santo Oficio
El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición (hoy Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe) inició su implacable ataque para erradicar las nuevas ideas que la iglesia consideraba heréticas desde finales del siglo XII. Se trataba de una actividad judicial controlada por el papa y dirigida a erradicar la herejía. La unidad religiosa que pretendían los Reyes Católicos orilló a la fundación de un Tribunal inquisitorial que estuviera bajo el control de ellos mismos, ajeno a la intervención del Papa. El 1 de noviembre de 1478 se estableció la Inquisición en la corona de Castilla.
Escudo de la Inquisición española. A ambos lados de la cruz se encuentra la espada, a la derecha, que simboliza el trato a los herejes, y a la izquierda está el olivo de la reconciliación con los arrepentidos. Las letras que rodean el escudo dicen: Exurge Domine et Judica Causam Tuam, (Salmos 73) que significa “Alzate, oh Dios, a defender tu causa. Liliana Da Cunha Peixoto (2015), La Inquisición española y su desarrollo en la pintura. El poder del arte. Recurso digital disponible en: https://bit.ly/2YNSpeq [Consulta agosto de 2019]
A mediados del siglo XVI, se descubrió en el monasterio de san Isidoro del Campo, en Sevilla, lo que la Inquisición consideró un "nido de herejes". Una comunidad en torno a los monjes jerónimos que clandestinamente se dedicaban al estudio de las Escrituras. Cuando en el monasterio se percataron de que la Inquisición andaba tras ellos, los que se sintieron amenazados y pudieron, huyeron.
Entre la lista de libros confiscados por la Inquisición hacia 1560 encontramos cinco títulos de Erasmo, entre ellos los Coloquios y el Enchiridion en romance, y obras de reformadores protestantes como Martín Bucero, Heinrich Bullinger, Johannes Ecolampadio, Philipp Melanchthon y Martín Lutero.
Las detenciones se sucedieron. A partir del descubrimiento de uno de los lugares de encuentro, la casa de doña Isabel de Baena, no fue difícil dar con los demás y caer sobre toda la red, elevándose a unas 800 personas el número de procesados. Del clero secular aparecieron diecisiete clérigos en diferentes parroquias, pero principalmente vinculados a la Catedral.
Entre 1559 y 1562 se celebraron cuatro Autos de fe en Sevilla, en los cuales muchos de los detenidos murieron quemados en la hoguera, cerrando este capítulo trágico. Consiguieron huir por lo menos doce, entre ellos fray Casiodoro de Reina.
Tratados como el de Cesare Carena analizaban los procedimientos inquisitoriales e intentaban fijar un procedimiento general que fuese aceptable por las Inquisiciones de todo el mundo. Este tratado versa sobre la herejía como el crimen máximo de todos los delitos, porque se cometía contra la Divinidad; por ello quien la asumía merecía la pena máxima indicada para el agravio de esa majestad, que era la pena de muerte.
La hoguera y la confiscación de los bienes, la inhabilitación de su descendencia y un sanbenito en la parroquia donde antes asistía eran el oprobio que tenía que soportar.
Una vez relajado el reo, es decir declarado solemnemente culpable por el Tribunal de la Inquisición, era entregado al brazo secular.
El plazo de prescripción para el delito de herejía de quienes habían muerto era de 40 años, por ello era posible exhumar el cadáver y quemarlo. En el caso de alguien que no pudiese ser aprehendido, se quemaba en efigie, es decir un muñeco de paja con su nombre pero con todas las consecuencias legales, incluyendo la excomunión mayor.
Colección: Biblioteca Histórica José María Lafragua.
Procedencia: Colegio de san Juan (Puebla, Puebla); Gaspar Martinez de Trillares, "abogado de los Reales Consexos de su Magestad".
Referencia: 23350.
Para contrarrestar la enseñanza de Lutero de que el Purgatorio no se menciona en la Biblia, el Concilio de Trento, iniciado en 1545, anatemizaba a quien enseñara, como el reformador alemán, que
"a todo pecador penitente que ha recibido la gracia de la justificación, la ofensa le es de tal modo perdonada, y la obligación a la pena eterna de tal suerte borrada, que no le quede ninguna obligación de pena temporal para purgar ora en este mundo ora en el otro, antes que la entrada en el cielo se le abra"
Por el contrario, el Concilio enseñaba la existencia del Purgatorio según lo interpretaba de la tradición y que las almas detenidas en él recibían alivio con los sufragios de los fieles, y en especial con el aceptable sacrificio de la misa; pero encargaba: "Exclúyanse empero de los sermones, predicados en lengua vulgar a la ruda plebe, las cuestiones muy difíciles y sutiles que nada conducen a la edificación, y con las que rara vez se aumenta la piedad".
Colección: Biblioteca Histórica José María Lafragua.
Procedencia: Oratorio de san Felipe Neri (Puebla, Puebla)
Licenciado Diego Lopez de la Serna.
Referencia: 97109.
"Auto de Fe" realizado en la Plaza Mayor de Madrid en 1683
Pintura de Francisco Rizi
La expulsión de los judíos
En los primeros tiempos de la Edad Media, España era lo opuesto a la intolerancia religiosa. Se distinguió de los otros países europeos por la relativa armonía entre cristianos, judíos y, en su momento, musulmanes. En la Plena Edad Media, mientras en Alemania fueron masacrados los judíos de Spira, Worms, Maguncia y Colonia en 1096; y en Francia, el rey Felipe el Hermoso expulsó a los judíos en julio de 1336; en España, Fernando III, rey de Castilla de 1217 a 1252, se llamó orgullosamente rey de tres religiones".
Pero el Concilio Laterano de 1215 había expresado odio hacia los judíos al grado que se les ordenó llevar una ropa o una insignia distintiva, se les obligó a que viviesen en barrios especiales llamados juderías.
En 1242, año que fue quemado el Talmud en París, el rey Jaime I de Aragón emitió un edicto en que se requería que los judíos de su reino asistieran a los sermones de conversión. El papa Inocencio IV justificó la obligatoriedad para los judíos de escuchar los sermones cristianos.
A partir de la plaga de la peste negra (1348) una paranoia enfocó en particular a los judíos de Toledo, ciudad en la que habitaban más o menos 13 mil de ellos, pues se decía que ahí se había originado. Desde 1391 hubo linchamientos contra judíos en Cataluña y finalmente, en 1492, fueron expulsados del Imperio español o forzados a bautizarse como católicos por orden de los monarcas Isabel y Fernando, a instigación del inquisidor general Tomás de Torquemada.
Segunda edición del Antiguo Testamento en español publicada por los sefardíes (judíos españoles) de Amsterdam. Se basa en el primer Antiguo Testamento traducido del hebreo e impreso en judeo-español o ladino por Abraham Usque y Yom Tob Athias, en 1553, entre los grupos de judíos expulsados del imperio español; también se le conoce como Biblia de Ferrara.
Casiodoro de Reina tomó como referencia la Biblia de Ferrara para la traducción del Antiguo Testamento de la Biblia del Oso, para comparar pasajes oscuros, ya que este trabajo de rabinos es muy literalista; pero no siguió la ruda sintaxis de esta versión.
Colección: Biblioteca Histórica José María Lafragua.
Procedencia: Colegio del Espíritu Santo (Puebla, Puebla).
Referencia: 22682.
El Índice de Libros Prohibidos
Los tribunales inquisitoriales tenían la facultad de prohibir libros, folletos y textos manuscritos que contuviesen proposiciones consideradas heréticas. Teólogos calificadores cumplían la misión de detectar estos "errores" en las obras que les eran enviadas para su revisión. En algunos casos los libros no eran prohibidos sino simplemente expurgados, es decir, se corregían con anotaciones marginales o se eliminaban, mediante tachaduras, enmiendas, injertos de papeles o mutilaciones, todos los pasajes que resultaban escandalosos y contrarios a la religión o al Estado. Los Índices de libros prohibidos eran compilaciones de este tipo de prohibiciones.
El Índice de 1551 de la Inquisición española prohibió expresamente: "La Biblia en el Romance castellano o cualquier otra lengua vulgar" reeditado en 1559 y promulgado a petición del Concilio de Trento por el Papa Pío IV, el 24 de marzo de 1564; luego por el inquisidor español Valdés en 1583. Se prohíbe explícitamente la lectura de la Palabra de Dios en el idioma vulgar o en otro cualquiera "como no esté en hebraico, caldeo, griego o latín".
En la primera versión romana de este Index Librorum Prohibitorum et Expurganda se prohibía toda versión de la Biblia escrita o autorizada por Martín Lutero, así como las que se parecieran a ellas o que estuvieran escritas en lengua vernácula e incluía una lista de impresores a los que había que vetar. Por ello el Rey Felipe II puso precio a la cabeza de Casiodoro de Reyna, como se lee en una carta del gobernador de Amberes a la regente de los Países Bajos:
"Su Majestad ha gastado grandes sumas de dineros por hallar y descubrir al dicho Casiodoro, para poderle detener, si por ventura se encontrase en las calles o en cualquier otro lugar, prometiendo una suma de dinero a quien le descubriese".
En América, la primera prohibición del inquisidor decía:
"…que ninguna iglesia ni monasterio, colegio ni universidad, ni persona, en particular de cualquier estado, condición o preeminencia que sea, sea osado de tener, ni leer, ni vender ninguna de las biblias o Nuevos Testamentos, de cualquier impresión y año que sea y que de aquí en adelante ningún librero, ni mercader de libros, ni otra persona alguna, sea osado traer a estas partes biblias o Testamentos Nuevos".
El Índice de los Libros Prohibidos tuvo numerosas ediciones entre 1564 y 1948 (que incluía unos 4 mil títulos censurados), hasta su suspensión en 1966. En él se publicaba la lista de autores y los títulos de obras que no se podían leer, ni poseer por considerarse peligrosos o herejes, especialmente Biblias para el pueblo. Sólo hasta la edición de 1757 se permitió la traducción de la Biblia a lenguas vulgares. Desde mediados del siglo dieciséis hasta 1848 todos los escritos de Casiodoro de Reina ocuparon lugar de honor en el notorio Index Librorum Prohibitorum et Expurgatorum.
Colección: Biblioteca Histórica José María Lafragua
Procedencia: Andrés Xavier de Uriarte
Colegio del Espíritu Santo (Puebla, Puebla)
Referencia: 12058
Tras 12 años de trabajo, completó el monje y sacerdote agustino, doctor en teología, Martín Lutero, su traducción de la Biblia al alemán desde las lenguas hebrea y griega.
Lutero consideraba que no existía para el alma otra cosa que el santo Evangelio, la palabra de Dios. Si Erasmo facilitó la Palabra de Dios para las personas cultas, Lutero lo hizo para el común del pueblo.
La trascendencia cultural e histórica de la traducción de Lutero le dio un cariz particular a la nación germana. Le sirvió para fortalecer su identidad, para anteponer su idioma al dominante latín priorizado por la Iglesia católica. Su Biblia también representa la democratización del conocimiento religioso, que desde este terreno se extiende a otros ámbitos, como el político. De ahí que se haga necesario aquilatar la afirmación del notable escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe: "Los alemanes sólo se convirtieron en un pueblo con Lutero".
Colección: Maná, Museo de las Sagradas Escrituras
Referencia: SE2928
Retrato de Lutero a los 46 años de edad realizado por Lucas Cranach el Viejo, 1529
La Reforma en Sevilla
El arzobispo de Sevilla e inquisidor general desde 1523, Alonso Manrique, inició un vasto programa de reforma pastoral que atrajo a algunos de los mejores predicadores como Juan Gil Egidio o Constantino de la Fuente. Al mismo tiempo, Juan de Ávila, "el apóstol de Andalucía", promovía una escuela sacerdotal y Rodrigo de Valer llamaba a la conversión como vocero de Dios.
Juan de Valdés, por su parte, fue conocido por su Dialogo de doctrina cristiana que presentaba una vuelta imprescindible a los Evangelios para fundamentar la renovación de la Iglesia de Cristo.
Muchas ideas y actitudes de Erasmo empalmaban con ideas y actitudes ya existentes en España, como el biblismo y la encendida espiritualidad dominica por influencia de Savonarola; el franciscanismo, con la tradición de la devotio moderna, y el alumbradismo, fueron el tronco central de la espiritualidad española pretridentina.
Se podría afirmar que los monjes de san Isidoro del Campo fueron llevados a la Reforma menos por la lectura de los textos de los grandes reformadores como Calvino o Lutero que por los enraizados círculos humanistas y evangélicos sevillanos.
Juan de Valdés, español erasmista, iluminista y luterano. Estudió en Alcalá y, junto con Nebrija, es padre de la gramática castellana. Su influencia en España fue muy amplia gracias a la difusión de sus ideas de espiritualidad libre y bíblica.
Fue protestante antes de los protestantes; expuso la doctrina del "Beneficio de Cristo" en la que insiste que la muerte de Jesús en la cruz es el pago total por nuestros pecados, y su resurrección la posibilidad de vivir la vida cristiana espiritual y no desde los ritos.
Escribió el primer catecismo cristiano no católico, antes incluso que Lutero: "Diálogo de Doctrina Cristiana nuevamente compuesto por un religioso" (publicado como anónimo en 1529). Fue denunciado a la Inquisición, aunque entre 1531 y 1534 sirvió al papa Clemente VII.
Tradujo de los idiomas originales los Evangelios, algunas Epístolas y los Salmos. Finalmente falleció en 1541 dejando fundamentos para el trabajo de Casiodoro de Reina.
Colección: Maná, Museo de las Sagradas Escrituras.
Referencia: 798.
Francisco de Encinas nació en Burgos en 1518 y murió muy joven, a los 34 años, víctima de la peste. Gran humanista, desarrolló su carrera fuera de España por motivos de persecución.
Fue el primer traductor del Nuevo Testamento del griego al español basado en el texto de Erasmo de Rotterdam. Imprimió en Amberes en 1543, sin la patente imperial, por lo que su obra fue prohibida. Un mes después pidió la aprobación de Carlos V, quien le preguntó si él lo había escrito y a ello respondió que no, que había sido escrito por los santos varones de Dios inspirados por el Espíritu Santo; ante tal respuesta, el emperador cuestionó por qué lo había hecho en castellano, Enzinas explicó que otras lenguas ya tenían el Evangelio, que faltaba al español. Sin embargo, se prohibió su impresión y distribución. Enzinas, fue llevado a la cárcel y sentenciado a morir en la hoguera, pero logró escapar.
Su trabajo fue la base para las traducciones posteriores del Nuevo Testamento que hicieron Juan Pérez de Pineda y luego Casiodoro de Reina.
Colección: Maná, Museo de las Sagradas Escrituras
Referencia: SE2907
La “Iglesia Chiquita”
Casiodoro de Reina vivía en la ciudad de Sevilla -de la región de Andalucía- que alcanzaba 40 mil habitantes (Madrid apenas llegaba a 5 mil) y fue en varios aspectos la primera ciudad de la Corona. La división entre gobierno civil y autoridad eclesiástica era ambigua, España era el único país de Europa en que la religión católica era religión de Estado.
La predicación de Egidio y Constantino se estaba haciendo famosa en Sevilla desde mediados de la década de 1540. Enfatizaban la doctrina del “Beneficio de Cristo” predicada por de Valdés, así como la alegría de la salvación, la acción del Espíritu en las almas. Alrededor de Egidio, Constantino, el doctor Vargas (profesor de Sagrada Escritura en la Universidad), el médico Cristóbal de Losada y otros, se organizaron pequeños grupos en reuniones por las casas conformando la «Iglesia Chiquita» de Sevilla. Los nodos esenciales de la ciudad desde donde se difundía la predicación fueron el colegio de la Doctrina Cristiana y la Catedral de Sevilla, y las casas de los laicos Isabel Martínez Dalvo, Isabel de Baena y el artesano Luis de Abreo. A ellos se añadió el monasterio de san Isidoro del Campo.
El padre Juan de Pineda tomado del Libro de descripción de verdaderos retratos de
ilustres y memorables varones
Madrid, Biblioteca de la Fundación Lázaro Galdiano
Juan Pérez de Pineda ( ca. 1485-1566) huyó cuando la persecución se desató en Sevilla y el Dr. Egidio fue encarcelado (1551); junto con algunos frailes jerónimos se refugió en Ginebra. Ahí se convirtió, durante tres años, en el predicador de la congregación de habla española y compuso su obra literaria, entre la que destaca la traducción de los Salmos y del Nuevo Testamento desde el griego al castellano finalizado en 1556.
Esta obra se distribuyó de contrabando en España por Julián Hernández (quien finalmente murió quemado en la hoguera en Sevilla) y llegó al monasterio donde se encontraba Casiodoro de Reina.
Además de estas traducciones, Pérez de Pineda escribió una Epístola Consolatoria (1560), destinada a fortalecer los ánimos de los protestantes españoles que sufrían los rigores de la Inquisición, y una carta (1557) dirigida a Felipe II en la que exhortaba al monarca a poner remedio a los males de la nación.
Colección: Maná, Museo de las Sagradas Escrituras
Referencia: B1693