La Biblia en la España Medieval
Manuscritos y obras iluminadas
Existen alrededor de 5 mil manuscritos hebreos de la Biblia y 5 mil griegos, para el Antiguo y Nuevo Testamentos, respectivamente. Mucha de esta riqueza se elaboró o se conservó en España, conocida en la Biblia como Sepharad, porque desde siglos antes de Cristo los judíos habían llegado a la Península Ibérica.
En la Edad Media (476-1453 dC) el texto más copiado fue la Biblia. En España estuvo la gran Escuela de traductores de Toledo, de donde procede la Biblia llamada Alfonsina.
Entre los ejemplos más sobresalientes se encuentran los códices modelo en hebreo como el Hilelí, el Yerusalmí, el Zambiuki o el Jericó; la llamada Biblia hebraica del Escorial; y en traducciones romanceadas (en lengua romance derivada del latín, como es el caso del castellano) o ladinadas (mezcla de castellano antiguo y hebreo, llamada ladino), la Fazenda de Ultramar, las traducciones de Juan II en el siglo XV, la del Marqués de Santillana, la de Bonifacio Ferrer y la de Moshe Arragel o de Alba.
Muchos textos latinos de la Biblia están iluminados. La tradición de manuscritos iluminados fue ampliamente impulsada por los monasterios del Reino de León en el siglo X, y continuada durante el XI, XII y XIII, en el periodo románico. Ejemplo señero son los Códices de “Los Comentarios al Apocalipsis de san Juan” del Beato de Liébana (los famosos beatos que tanta importancia tendrían en el periodo mozárabe).
El Evangelario del rey Enrique III de Castilla (1379-1406) es un manuscrito que contiene los cuatro Evangelios en la versión Vulgata y con los cánones de Eusebio de Cesarea. Ejemplo de los manuscritos iluminados de la tradición española medieval. En su labor de transcribir los textos bíblicos, al copista se sumó un iluminador o miniaturista, quien se encargaba de ilustrar el texto; su nombre deriva del latín minium, un pigmento rojo, el cual se utilizó en los perfiles de las letras capitulares y las imágenes en general. Los pigmentos eran de origen vegetal, mineral y animal, los cuales se mezclaban con clara de huevo y goma vegetal como aglutinantes.
Desde la quinta centuria, el arte de la iluminación se hacía presente en los códices de la Biblia; alcanza gran esplendor en el siglo XIII e inicia su declive después de la invención de la imprenta. Al colorido se añade el oro y la plata que cubrirán letras, ornamentos decorativos e imágenes.
Colección: Maná, Museo de las Sagradas Escrituras
Referencia: CO42
Hecha en Paris en el siglo XIII (1226-1234) para el rey Luis IX, por encargo de Blanca de Castilla, su madre. Obra tan precisa y minuciosa, que exigió la dedicación paciente de muchos expertos de las más variadas materias, propias de teólogos, copistas e iluminadores.
Este códice se hizo como medio de formación y de información, y como instrumento pedagógico en la educación del futuro rey de Francia.
Contiene casi 5 mil medallones iluminados, textos de la Vulgata Latina y comentarios moralizantes en francés.
Colección: Maná, Museo de las Sagradas Escrituras.
Referencia: 158.
Comentario al Apocalipsis de San Juan redactado por un monje de Cantabria, conocido como Beato de Liébana, entre 776-786, contiene una traducción íntegra de la Revelación al latín. Incluye comentarios de los Santos Padres como Agustín y Ambrosio.
El Apocalipsis se hizo muy recurrente en el pensamiento medieval debido a las crisis por las que atravesaba la iglesia, a las inundaciones, sequías, guerras, pestes y sobre todo la invasión árabe a la Península Ibérica.
En la obra, el autor considera a Santiago el evangelizador de España y presenta al Apocalipsis como el libro de la resistencia cristiana contra los moros. Así, los símbolos toman un nuevo sentido. El Animal, que designaba al Imperio, se convierte en el nombre del Califato de Córdoba que es ahora la nueva Roma. Es anuncio de la Reconquista para las masas de creyentes, de tal forma que este libro termina por adquirir en Andalucía más importancia que los Evangelios; después de que en tiempos del arrianismo español el Apocalipsis no se había considerado inspirado.
Colección: Maná, Museo de las Sagradas Escrituras.
Referencia: B15887.
Los primeros textos de la Biblia en castellano
Trasmitida en latín, la Biblia no podía ser comprendida por el pueblo, el que debía conformarse con catecismos y pasajes vertidos en pinturas. En 1199, el Papa Inocencio III calificó de "herejes" a quienes osaran traducir la Biblia y les aplicó estas palabras de Jesús: “No den lo santo a los perros, ni tiren sus perlas delante de los cerdos”.
Las reiteradas prohibiciones para que el pueblo leyera la Biblia proceden de lo que hoy es España. Paradójicamente, una de las obras del rey Alfonso X (1221-1284), la Biblia Alfonsina, fue una traducción parcial; pero los más antiguos ejemplares de porciones en español se conservan en el museo de El Escorial conocidas como Biblias Prealfonsinas.
En 1430 el rabí Moshé Arrangel invirtió nueve años vertiendo el Antiguo Testamento al castellano directamente desde el hebreo para hacer un lujoso códice en vitela (pergamino tratado) bellamente ilustrado y caligrafiado; hoy se conoce como Biblia de la casa de Alba.
En 1498 los Reyes Católicos decretaron la expulsión de los judíos. Luego en España siguieron tres siglos de represión antibíblica. Fuera de España se tradujo en 1553 el Antiguo testamento por los judíos, llamado Biblia de Ferrara.
Cerca de 1533, Juan de Valdés tradujo los Salmos. Francisco de Enzimas en 1543 hizo lo mismo con el Nuevo Testamento. En 1557 Juan Pérez de Pineda publicó en Ginebra su traducción del Nuevo Testamento y los Salmos. El trabajo de Casiodoro de Reina, perseguido por la Inquisición, fue la primera traducción castellana completa de la Biblia, hecha sobre los textos originales, y constituye la obra cumbre de las letras castellanas del siglo XVI.
Retrato del Duque de Osuna por Francisco de Goya
Se realizó en 1450. Es una traducción de la Biblia de san Luis al español; además contiene los prólogos de san Jerónimo. El nombre deriva del último propietario del manuscrito, el duque de Osuna, antes de pasar a la Biblioteca Nacional de España en la segunda mitad del siglo XIX, y representa uno de los trabajos bíblicos anteriores a la imprenta en la Península Ibérica.
En contraste con la interpretación del sentido literal de los textos, las notas de las biblias moralizadas eran arbitrariamente alegóricos y místicos. Ejemplos:
- "Conocer el bien y el mal" (Gn 3) significa obrar guiado por la sensualidad del mundo.
- "Adán durmiendo en el Edén representa a Cristo dormido en la cruz y la costilla extraída de su costado significa la Iglesia" (Gn 2,21-23).
- Noé que bebe vino y se embriaga representa a Cristo asumiendo el sufrimiento de la muerte en la cruz (Gn 9,20-21).
- Jacob que durmió en Betel sobre una piedra y tuvo allí una visión del cielo ("La escala de Jacob") simboliza a san Juan evangelista que durmió en "la Cena" sobre el pecho de Jesús y vio los secretos celestiales que luego manifestó en el Apocalipsis (Gn 28, 10-13).
Colección: Maná, Museo de las Sagradas Escrituras.
Referencia: FP4486.
Se llaman romanceadas a las porciones bíblicas traducidas del latín a las lenguas romances, que son aquellas derivadas del latín, como el castellano.
La Biblia del Marqués de Santillana se ha conservado fragmentariamente en dos códices (el BNE MSS/10288, con los Profetas Posteriores y algunos Escritos, y el BNE MSS/9556 con los Evangelios y Epístolas Paulinas) a los que debió acompañar un primer volumen no conservado con el resto de la Biblia. A partir de detalladas comparaciones textuales y un análisis computacional de autoría, en este trabajo se revela que las partes desaparecidas se habían preservado sin identificar hasta ahora en el códice Escorial I.i.4. Asimismo se reconstruyen los contenidos del volumen perdido, y se aportan pruebas de que toda la Biblia fue traducida, del hebreo y del latín, por el judío converso Martín de Lucena.
Colección: Maná, Museo de las Sagradas Escrituras.
Referencia: FP3452.
Traducción manuscrita del Antiguo Testamento directamente del hebreo al castellano. Esta traducción fue realizada en Maqueda, España, por un erudito judío de nombre Moisés Arragel, natural de Guadalajara, con la ayuda y supervisión de don Vasco de Guzmán, arcediano de Toledo, fray Arias de Enzinas, de la Orden de san Francisco y Juan de Zamora, de la Orden de los Predicadores. La traducción duró diez años y finalizó en el año 1433. Se llevó al cabo por encargo de don Luis González de Guzmán, gran maestre de la orden de Calatrava. El nombre dado a esta obra Biblia de Alba, se debe a que el original está en posesión de los Duques de Alba de Tormes, en la Fundación Casa de Alba, en el Palacio de Liria, en Madrid.
Colección: Maná, Museo de las Sagradas Escrituras.
Referencia: XII/07.
La Biblia Alfonsina del año 1280 está integrada en una obra mucho más amplia y ambiciosa llamada "General Estoria", tratado enciclopédico de la historia humana desde el Génesis hasta el propio reinado de Alfonso X, y dentro de la cual constituye apenas una fuente más. Sus diversos libros, incluso los diversos capítulos se encuentran diseminados en combinación con otras fuentes como Ovidio, Lucano, Plinio el Viejo, Flavio Josefo, Eusebio de Cesarea, Jerónimo de Estridón, san Isidoro, Pedro Coméstor, Godofredo de Viterbo, Gautier de Châtillon, Roger de Lille, Godofredo de Monmouth, Rodrigo Jiménez de Rada, Al-Guazil
Colección: Maná, Museo de las Sagradas Escrituras.
Referencia: SE2998.
Retrato imaginario del rey Alfonso X de Castilla (1221-1284), apodado el Sabio, que fue rey de Castilla y León e hijo de Fernando III de Castilla y de la reina Beatriz de Suabia. Alfonso X falleció en Sevilla en 1284, y sus restos mortales reposan actualmente en la Capilla Real de la catedral de Sevilla.